Dime niña, ¿Es diferente?
¿Acaso por del cambio das rienda suelta a tu libido?
Dime niña, ¿por qué la voz se entrecorta cuando las manos de
ella rodean tus carnes?
Aquí, ahora, mujer, niña, haces del placer la aventura. Te
veo deslumbrarte con sus dedos que se untan de espesura blanca, como su gusto,
tu busto y tu piel adobada entre los calores. Corre, corre mientras el tiempo
alimenta esa ducha de lagrimas amargas, es solo en tu rostro (mascara de
infanta), donde los atardeceres son siempre húmedos y no se hallan
remordimientos.
Dime niña, ¿Cuánta magia ves en su pubis? ¿Cuánta carne te
hastía? ¿Cuántos hombres te hieren? ¿Cuantas lenguas se juntan cada vez que te
liberas?
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