Tuve en mis manos la tinta de tus labios blandos.
Me fermenté en el calor de nuestros lazos, una noche fueron
tantas veces, - ¿dolía? –Claro que
dolía. Es parir, es derramar en ti la
vida.
Después de las horas llenas de todo, aquel suspiro disipado entre
los ambientes, las imágenes térmicas, tu grito, tus manos, esa tinta que
embadurna mi pluma, caí.
Eres el punzón de mi
venganza, el cimiento de mis cúpulas, el caos de las noches y el beso de
mis llegadas.
Teme como me temes. Teme, que en el límite de nuestras
muertes veamos por última vez el cielo, despójame de mis lágrimas blancas, esas
viven en la muerte y hacen vida.
Hoy no será en tus labios blandos, sino en tus labios
cuarteados. Hoy no temas, que no habrá peligro, hoy no temas.
Besaría tu cuerpo lleno de mareas y espumas con mi capullo
de fibras, solo en el instante senil y despiadado en que nuestras piernas
golpeen y que salten de mí las llamaradas liquidas, vería tus ojos blanquecer y
no me detendría.
Hoy tengo en mis labios la tinta de tus labios blandos, ayer
eran mis dedos, hoy, el marco de tus geografías se baña en mis diluvios, porque
no quiero dar vida, solo desaparecer cuando en nuestros silencios nos vayamos.
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