Y fueron tus pechos que aunque fijos esa vez volaban.
Y fueron tus jadeos
los que a mi ritmo y el suyo, te dejaban sin luces los ojos.
Ese día tu manto lleno de humores distintos y con cada profunda inmersión perdías la conciencia.
Hasta el afán por competir me impulsaba, lo miraba a los ojos y el a los
míos, y con demencia brusca llenábamos tu cuerpo de marcas.
Nuestra fue esa tarde como lo fuiste tú, ni los besos, ni
las mantas, ni tus marcas por nuestras manos provocadas, - tu.
No solo tus pechos volaban, tu voz enredada entre los
latigazos de ambas varas también volaba y con fuerzas ya gastadas olvidábamos
nuestra ira en el columpio de tu grupa.
Luego y hasta al final, esa mirada perdida volvió hacia mí y
luego a él, juntaste tu cabello y tus
manos, respetando esos últimos segundos
solo sonreíste, ¿nos recordarías?
No hay comentarios:
Publicar un comentario